La Inmaculada
Julio Antonio Padial Delgado
2ºBachillerato C
Obra: Inmaculada de la Catedral de
Granada
Autor: Alonso Cano de Almansa
(1601-1667)
Fecha: 1655-1656
Estilo: Barroco
Técnica: Madera de cedro policromada
.
Esta pequeña escultura de 0,55 metros
de altura incluida la peana, y realizada en madera de cedro, estaba destinada
para ser colocada sobre el facistol (un gran atril para sostener los libros de
cantos) del coro de la catedral de Granada. Cuando los canónigos de la catedral
vieron la imagen, pensaron que era mucho mejor colocarla en la cajonería de la
sacristía, y así podría ser contemplada desde muy cerca y todos los días.
Representa a la Virgen María en su
advocación de la Inmaculada Concepción. Esta creencia dice que Dios preservó a
la Virgen María al nacer del pecado, la inclinación al mal, con que vienen al
mundo todos los hombres (pecado original), para preparar de esta manera a la
que iba a ser madre de Jesús, su Hijo. Era una opinión muy extendida en España
en el siglo XVII. Esta creencia acabará siendo declarada dogma de fe -verdad
que deber ser creída por los católicos- por el papa Pío IX en 1854.
La base es pequeña; no se trata de la
típica peana de una escultura, sino de una nube; es pequeña en relación con el
cuerpo que ha de sustentar. No contiene dragones, ni serpiente, ni ángeles de
grandes proporciones, como se ve en otras obras, sino unas caras de tres
querubines que se entremezclan airosamente con las nubes, como si formaran
parte de ellas -es una manera de espiritualizar la obra-. Y a partir de aquí se
surge la figura, magnificando progresivamente esa espiritualidad. Sobre las
nubes y los querubines se sitúa la luna orientada hacia abajo. A partir de
ella, se inicia un movimiento ascendente de figura humana espiritualizada,
ocultos los pies por un manto que comienza a dar misticismo al mismo ritmo que
surge hacia arriba. Aunque el manto tienes grandes pliegues, aligera Alonso
Cano la base, en torno a los pies, con lo que la figura adquiere una forma
fusiforme -o de huso-. Observamos la diagonal que el manto azul inicia en la
base, y que lleva la mirada del espectador hasta el rostro y manos; son estas
las dos pinceladas más claras del conjunto y donde Cano concentra su maestría
espiritual. Era habitual que un hombro quedara libre del manto. Pero conviene
detenerse y analizar la cabeza, sumamente bella.
Es propio de Cano el realizar figuras
humanas que parecen ensimismadas. Es una representación de la virgen-niña,
totalmente abstraída de la realidad exterior y concentrada en sus sentimientos
más íntimos sobre la profundidad del misterio, del privilegio y del dolor de
ser la Inmaculada como madre de Dios. Indudablemente contribuye a crear en el
espectador un clima de oración. Otros elementos, como la pierna que se
adelanta, la mirada lateral de la Virgen, el ritmo helicoidal, etc.,
contribuyen a dar la belleza clásica a esta insigne obra.
Alonso Cano era pintor, y por eso, él
mismo se encargaba de policromar sus obras, como en este caso, aunque aquí no
usó el estofado, tan presente en los escultores andaluces de la época.
Bibliografía: http://contemplalaobra.blogspot.com.es/2011/04/alonso-cano-la-inmaculada.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario